jueves, noviembre 03, 2005

INJUSTICIA


Últimamente, he estado reflexionando respecto de la injusticia debido a varios hechos acontecidos, pero el que me ha impactado más profundamente es el derrame de petróleo en Antofagasta.

Lo de Antofagasta o "Antofapasta" como es conocida la ciudad nacionalmente por sus altos índices de drogadicción, me duele bastante, pues estudié durante un largo rato por allá y es el colmo, que además del arsénico y el plomo que contaminan día a día la vida de sus habitantes, ahora se sume el petróleo.
Los estragos de la contaminación en "La Perla del Norte" se notan, pues basta mirar los brazos morenos de cientos de antofagastinos y ver múltiples manchas blancas producto del arsénico en sus cuerpos que potencialmente se transformarán en tumores malignos relacionados con el cáncer. El arsénico, según la Organización Mundial de la Salud, es un fuerte cancerígeno y si bien el mecanismo por el cual ejerce su acción es aún desconocido, la segunda región presenta una de las tasas más altas de mortalidad por cáncer. Este indicador no podría ser de otra forma, pues actualmente el agua de la ciudad se encuentra completamente contaminada por arsénico, por tanto cada vez que un antofagastino bebe agua se está eventualmente matando.

El plomo por su parte, se encuentra desperdigado prácticamente por toda la ciudad, particularmente en el sector norte, donde se ubican las familias más desposeídas de Antofagasta provocando, entre varios males, malformaciones fetales, tumores malignos, desnutrición, conductas antisociales, tendencia a la drogadicción y disminución de la capacidad de concentración. El metal afecta, primordialmente, a niños y mujeres embarazadas gatillando en éstas el "imprinting", que ocasiona un daño en el sistema nervioso central del feto que genera un déficit neuroconductual y la disminución del coeficiente intelectual de por vida, de allí quizás pueda derivarse una explicación al alto porcentaje de jovenes drogadictos por pasta base en Antofagasta. El efecto del imprinting no requiere estar expuesto a altas dosis de concentración de plomo, por tanto el tema es mayor.

Hoy el petróleo mancha la costa y playas de la ciudad, con perjuicios aún insospechados para el sistema ecológico y la población, pero con antecedentes mundiales de los daños que ha traído este tipo de contaminación.

¡Qué injusticia por Dios! No basta acaso con todo el mal ya diseminado por toda la larga y estrecha franja territorial de Antofagasta y su sufrida población. Ya vivir en el norte es duro de por sí, pero agregarle a eso el flagelo de la droga y la contaminación de arsénico, plomo y petróleo que cada día manchan el hermoso oriente que alguna vez tuvo la Perla el Norte es demasiado...
Ruego que las autoridades hagan de una vez por todo algo al respecto, pues las medidas siempre han sido insuficientes; y hoy por hoy, con el problema diplomático ad portas la mirada está, única y exclusivamente, dirigida al Perú, obviando una vez más a Antofagasta y las injusticias que la atacan.
burtonbk