Ufff, recién me doy un tiempecito para escribir, pues tras las fiestas de fin de año he andado de calamidad en calamidad. Primero llegué enferma de amigdalitis, luego murió mi internet y esta semana como guinda de la torta me robaron.
Nunca me había pasado y me jactaba con orgullo de andar en lugares peligrosos a altas horas de la noche sin que me pasara nada de nada. No lo atribuía a la suerte, sino a andar "viva"; sin embargo parece que la viveza me abandonó. Todo ocurrió el lunes a las 18:30 horas cuando iba a buscar a mi marido a su pega, ubicada en pleno corazón del centro de Santiago, específicamente entre Santo Domingo y 21 de mayo. Si bien las calles donde se encuentra el edificio del trabajo de Mr. Burton son calificadas como "riesgosas", la cercanía al municipio y la calidad de entidad pública vinculada a los uniformados me relajó y marqué mi celular para avisar que ya estaba en las puertas de entrada, cuando no alcancé ni a decir chao y un amigo de lo ajeno capturó mi teléfono por atrás y corrió veloz. El lanzazo me dió tanta rabia que me empoderé de adrenalina y corrí rauda a alcanzarlo por casi tres cuadras, gritando como loca y pensando que cuando lo consiguiera le quitaría mi celular con una patada voladora, mas mis puntillas fueron impedimento para lograrlo y el ladrón se me perdió en mapocho.
Aún con la adrenalina en alto recorrí todas las cercanías en busca de un sujeto de características similares para enfrentarlo, pero mi miopía no ayudó mucho. Frustrada volví al lugar de los hechos para bloquear el número desde el celular de Mr. Burton, quien me retó por haber perseguido al maldito ladrón, ya que consideró una situación de alto riesgo. Situación que se ha repetido a lo largo de los días por amigos y familiares, pues al parecer nadie confiaba en las capacidades de mi patada voladora y se conformaban con indicar que por último no me había pasado nada físicamente.
Hasta el carabinero ante el cual hice la denuncia me miró con cara de risa cuando le relaté mi persecusión, la que se le quitó rápidamente cuando le hice notar que en mi carrera contra el lanza nunca divisé siquiera a un carabinero ni el famoso retén movil de la Plaza de Armas no estaba donde se supone que debería estar. Obviamente tengo claro que el celular ya no lo voy a ver más, de hecho ya tengo uno nuevo en mi cartera y 170 mil pesos menos en mi billetera, pero de igual forma voy a ratificar mi denuncia ante la Fiscalía, pues aunque pierda tiempo creo que el no denunciar (como me lo sugirió el carabinero) sólo fomenta que la delincuencia esté cada vez más impune y la sugerencia velada del carabinero que me atendió, además de su descortesía me pareció muy reprochable. Sinceramente creo que esto junto a la impavidez de todos los que vieron mi lanzazo y no hicieron nada de nada -incluyendo los guardias de la puerta del trabajo de Mr Burton- sólo ayudan a que los amigos de lo ajeno sigan reinando y el puto lanza que me robó esté día a día cagandose de la risa de los ciudadanos que se conforman con decir que frente a la delincuencia no hay nada que hacer. Yo al menos estoy tranquila porque aunque mi infructuosa persecusión pudo ser irresponsable y probablemente con mi patada voladora hubiera terminado peor, al menos hice algo y no me quedé sólo en el lamento.
burtonbk