En mi post anterior hablaba, de una u otra forma, de un tópico que me interesa demasiado, la venganza y hoy quisiera profundizar en él, a raíz de publicación del libro "
Infidelidad" de la argentina Janick de Oliveira Cézar, que relata que una de las principales causas de la infidelidad femenina es, precisamente, la venganza.
Concuerdo plenamente con la autora, sin embargo el asunto es bastante más complejo pues he sido testigo de otro fenómeno aún más interesante, la venganza secreta. Ésta consiste en ser infiel como recurso de venganza, pero esta es secreta y sólo la vengadora tiene en su fuero interno la satisfacción de haberla llevado a cabo.
He escuchado muchas veces a varias amigas y conocidas relatar como se "vengan" siendo infieles, aunque el ofensor no necesariamente les haya montado cachos. "Ya hace como dos semanas que me venía pescando nada y el fin de semana pasado prefirió salir con los amigotes que ir al cine conmigo, lo cual me pareció el colmo, entonces llamé al tonto útil de turno y me vengué como se debe" es un relato real que ejemplifica el fenómeno que relato.
Cuando escuché esta confesión debo reconocer que me quedé bastante metida y pregunté: "¿y cómo planeaste que se enterara?", pero recibí una respuesta sorprendente... "No, si no sabe, a mí no me interesaba que lo supiera, si llega a saber que lo gorrié me patea de una y yo no quiero terminar, sólo quiero que estemos a mano por haber sido hueón".
Pese a que la venganza secreta parezca desconcertante, tiene fundamentos, que a mi gusto se pueden extrapolar de la obra de Nietzsche, “Humano, demasiado humano, Un libro para espíritus libres". Allí se explica que existen dos tipos de venganza: la venganza por autoconservación y la venganza por restauración.
La venganza por autoconservación tiene que ver con obrar sin querer hacer daño, sino sólo para salvar nuestro cuerpo y vida; vale decir se opera por miedo y este es el motivo de planear y/o ejecutar un contragolpe y asesta el contragolpe en legítima defensa. Así el castigo planeado y/o ejecutado quiere evitar un perjuicio ulterior, o sea quiere intimidar al adversario y por tanto se pensará en una venganza lo suficientemente fuerte que lo inmovilice.
La venganza por restauración, en cambio, no se interesa por lo que hará el adversario, sino por lo que él nos ha hecho y esto determina la fuerza del contragolpe. Por ende, la restauración se basa en reponer las propiedades que sentimos que el adversario nos ha hecho perder por medio de la venganza. La restauración vía venganza no es completa salvo en un caso, el honor.
Cuando el adversario ha hecho sufrir nuestro honor intencionalmente ha demostrado que no nos temía y mediante la venganza demostramos que tampoco le tememos y ahí está la esencia de la nivelación, la restauración verdadera. Con la venganza se demuestra que no hay temor alguno y por eso se acude al duelo, al enfrentamiento y por ello la venganza de restauración por honor sería más noble que la venganza por autoconservación.
Mas este tipo de venganza tiene implícito el peligro para uno mismo y es por ello que a veces la venganza es secreta, quedando sólo una satisfacción personal e interna que el ofensor o adversario nunca llega a conocer.
Este mecanismo tendría que ver con que el hecho de si la ofensa fue pública o no y su grado de asentamiento. No obstante, muchas personas optarán por no vengarse pese a sentirse perjudicados en su honor, ya sea porque desprecian al adversario y no vale la pena vengarse; amen al adversario y estén dispuestos al sacrificio del honor por no hacerle daño al ser amado; o simplemente carezcan de honor y amor propio.
Así la venganza femenina vía infidelidad podría explicarse como una forma de restauración hacia el daño interno que se ha sentido( objetivo o subjetivo), usando a un hombre para hacer daño a otro como una forma de desprecio por la figura masculina, dándole un caracter meramente utilitario que gatilla la sensación de control y dominio; y su caracter secreto se explicaría como una forma de autoprotección por el miedo a perder al ofensor que contradictoriamente se ama y odia. O sea la venganza secreta sería una mezcla perfecta entre la autoconservación (miedo) y la restauración (estar a mano) de la que habla Nietzche.
Este camino resulta indudablemente válido, extraño, enquilosado, algo enfermo, pero válido al fin y al cabo; mas no es mi opción, pues considero que al vengarse metiéndose con otro no se logra realmente nada, sino sólo peligro a la dignidad. Si de verdad tienes la convicción de que te están tratando mal o derechamente te fueron infiel, mi amor propio me indica que el sujeto en cuestión debe ser mandado a la cresta sin más.
¿Y tú que opinas?
burtonbk