PADRE NUESTRO

Pasó la tendinitis y estoy tapada de pega, más no ha sido impedimento para ver buen cine.

La semana pasada por fin pude ver “Simpatía por el señor Venganza” de Park Chan-Wook, el director coreano de “Old Boy” y hoy terminé la trilogía con “Ladie venganza”, que les puedo decir…me faltan palabras para alabar esta obra de arte tan magnífica, sólo que traten de ver a lo menos una de las películas.

También ví la gran “Gracias por fumar” y “Volver” que me gustó mucho y volví a encontrarme con lo que más me gustaba de Almodóvar, pero hoy quiero hablar de “Padre Nuestro” del chileno Rodrigo Sepúlveda (“Un ladrón y su mujer”).

Aclaro que no soy objetiva pues me conecté demasiado con la cinta, pues me trajo demasiadas reminiscencias de mi abuelo materno, pero creo que es una cinta entrañable.

La historia trata del reencuentro entre Caco un padre chucheta e irresponsable con sus hijos a raíz de su inminente muerte y así entre dolor, recuerdos, perdón y comprensión los hijos van conectándose con la díscola existencia del padre.

Mi abuelo, El Pichón fue un chucheta de tomo y lomo al igual que Caco (magistralmente interpretado por Jaime Vadell) que se vivió la vida a concho, puteando y carreteando a prisa, despilfarrando su fortuna y de paso quebrando su familia. Mas a diferencia de Caco nunca se alejó de sus hijos lo que me permitió conocerlo y adorarlo, a pesar de saber que su forma de vida dañó -en no pocas ocasiones- la vida de los que quiero. Sin embargo, estoy convencida que mi Pichón actuó sin maldad, sin medir consecuencias y que nunca vislumbró, hasta la paz que le dieron los años, que en el torbellino de su vida se había mandado muchas cagadas y trató de repararlas con nosotros, los nietos.

Mi Pichón se me fue hace cinco años como consecuencia de un cáncer fulminante y ha sido uno de los dolores más grandes de mi vida y ayer cuando veía desde la butaca a Vadell quejándose de que las enfermeras lo despertaban cinco veces al día para lavarle las huevas, me pareció un dejavú de cómo mi abuelo se quejaba de lo mismo rogándonos que lo sacáramos de la clínica.

Al igual que en la cinta, pero con menos parafernalia, le hicimos caso y murió rodeado de su familia en su casa y en su Antofagasta querida, tal como lo quiso, en un ambiente de paz y reconciliación.

Escuché por allí que la película hacía exaltación de los chuchetas y la paternidad irresponsable y aunque como aclaré no soy objetiva, no puedo estar más que en desacuerdo. Desde una mirada resilente, creo que los padres chuchetas del tipo Caco/Pichón tienen algo super rescatable, pese a los dolores que ocasionan y eso es la búsqueda de la reconciliación y la pasión por vivir, lo que me hace encontrar a Padre Nuestro una cinta tan entrañable como mi Pichón.

burtonbk