CRECER

Esta fue una semana guaguatera. Nació la Amaranta, la primera guagua de una querida pareja de amigos, nació Luciano, el segundo hijo de mi taxista y me enteré que mi mejor amigo va a ser papá soltero.

Las circunstancias son distintas, mientras mis amigos y mi taxista irradian alegría, mi amigo del alma irradia angustia, porque sabe que su ex no lo va a dejar estar al lado de su guagua; sin embargo, los tres acontecimientos son signo de vida y ello siempre es valioso.

Cuando sientes cariño por tu gente cercana, sus alegrías pasan a ser tuyas, pero también sus sinsabores y me preocupa el negro. Somos amigos desde los 15 años y hemos pasado las de kiko y kako juntos, últimamente hemos estado algo alejados ya que el carácter de su ex -celosa por esencia- le hizo romper nuestra promesa de organizar la despedida del soltero al que se casara primero. De hecho el negro ni siquiera asistió a mi matrimonio porque su ex mina se lo impidió, pensando ilógicamente algo así como que nos arrancaríamos juntos de la iglesia y yo dejaría botado a mi actual esposo (recordar El Graduado).

Cuando el negro me avisó cobardemente a través de su mamá que no llegaba a mi matrimonio, pensé que era un traidor y nos distanciamos mucho por un período, pero como el tiempo todo lo cura, cuando pasé por mi separación, nos volvimos a acercar. Sin embargo cuando me volví a juntar con mi esposo, el negro también volvió con su polola y ella nuevamente le prohibió la junta conmigo. Hace no más de dos semanas el negro me despertó a las cuatro de la mañana absolutamente borracho contándome su buenas nuevas, pero estaba muy muy triste porque está seguro que la ex lo alejará de su guagua, así como pretendió separarlo de mí.

Ojalá no lo logre, el negro es irresponsable, pero tengo la certeza de que será buen papá. Es raro yo me casé primero, pero el negro me ganó con lo de los hijos, pero pese a que desde niños planeamos que en estas etapas estaríamos muy cerca el uno del otro, la vida no se nos dió así. Probablemente ni siquiera pueda conocer a la hija del negro y ser la tía chora que ambos elucubramos en borracheras de juventud, así como el negro no pudo ser con quien brindara en mi día de bodas y me dijera "y te casate huevoncita, que seai muy feliz".

Sólo espero que si logro tener hijos, el negro sí sea alguien cercano para mi guagua y disfrute de mis críos como a mí me habría gustado disfrutar de los suyos. Desde hace rato les he contado que hace un tiempo tenía la sensación que no estaba preparada para ser mamá, pero ahora tengo la certeza que sí y me da algo de pena el negro porque aún no crece y ya es hora de hacerlo. Lo sigo queriendo igual que antes, pero cada vez que hablo con él, siento que sigue teniendo 15, que se quedó pegado y que las cosas que le esperan requieren de que crezca.

Yo ya me siento grande y preparada para todo, no es fácil, claro que no, pero nadie dijo que lo sería, al ver la felicidad de los papás de la Amaranta, tuve la certeza que para gozar de las alegrías de la vida, hay que atreverse y ojalá que mi amigo pueda entenderlo.

Adjunto una de las las primeras fotos de la exquisita Amaranta, un sol (y fíjense que la gordita ya posa a la cámara)

burtonbk