LOS PARIENTES FAMOSOS

Hace poco varios de mis estudiantes hacían notar a uno de mis alumnos, que su apellido era el mismo que el nuevo Presidente del Consejo de Defensa del Estado, Carlos Mackenney Urzúa y éste confesaba que sí eran consanguíneos, pero que él no los pescaba, pues era sólo un pariente famoso.

Aquello me llevó a reflexionar respecto de la vinculación que tenemos sobre la parentela que es conocida, popular o que derechamente ha alcanzado la fama.

En mi caso, si bien se supone que hay un vínculo sanguíneo con Gabriela Mistral, por la rama de mi abuelo, éste nunca ha sido comprobado y más bien creo que es parte de la mitología familiar; por tanto, mi único pariente ilustre es mi tío abuelo, Agustín Alcayaga Jorquera, el primer paracaidísta sudamericano.

Agustín era el hermano mayor de mi abuelo y desde pequeño rayó con los aviones. Escuchando los relatos de mi bisabuelo se maravilló con estos artefactos y construyó junto a sus hermanos un avión, que apertrecharon de comida, mate y tetera de fierro para varios días, pensando que la invención los lograría alzar por los aires, lanzándose desde un cerro, pero el invento sólo logro volar unos pocos metros, provocando una feroz caída de los hermanos Alcayaga.

Pero el porfiado Agustín no se venció y fue precursor de la división de aviación naval de la Armada, donde tripuló el 3 de febrero de 1921 junto a los aviadores Marín, Zañartu, Espinosa y Lizasoaín el primer raid sin paradas desde El Bosque hasta Valparaíso. Luego el 11 de noviembre de 1926, fue el primer piloto que se lanzó en paracaídas sobre el mar en sudamérica a una altura de 800 metros sobre la bahía de Valparaíso, muriendo dos años más tarde (25 de mayo 1926) durante ejercicios con su escuadra, cuando piloteaba un avión que fue arrastrado por una racha de viento, estrellándose contra la superestructura del CL O'Higgins en la rada de la bahía del puerto.

Su hazaña sólo es recordaba por unas calles que lleva su nombre en Quintero y Valparaíso, y es uno más de los mártires de la institución, rememorados el 15 de octubre de cada año. Pese a ello, en mi familia el tío Agustín siempre fue un héroe y recuerdo que cuando era chica, mi abuelita siempre recortaba del Icarito, los reportajes que se le hacían por aquélla época (por razones obvias) a este tipo de personajes históricos. Sin embargo, desde que se acabó la dictadura mi tío Agustín dejó de aparecer.

Mi cercanía con su figura es nula, para mí sólo era una foto más en el album familiar; de hecho, me sorprendí mucho cuando durante la universidad haciendo un reportaje de mujeres relevantes en la historia de Chile, me lo encontré en un diccionario de bibliografías de personajes históricos chilenos y su segundo apellido estaba mal escrito, entonces en una fugaz racha de orgullo familiar corregí el error con lápiz pasta, haciendo un homenaje más al niño soñador, que al mártir de la Armada. No quiero quitar valor a la contribución histórica de mi tío Agustín, pero mi parentela insigne me parece bastante magra.

Por el contrario, tengo amigos y conocidos que ostentan sus vinculaciones de sangre con algún personaje célebre, muerto o vivo y se les hincha el pecho cada vez que se refieren al tema. A mí me da un poco de risa y vergüenza ajena, porque los méritos -si es que realmente existen- son de los personajes en cuestión y no de ellos, pero parece que la estela que deja la fama alcanza para mucho. Por eso me encantó la sencilla y ubicada respuesta de mi alumno, "¡qué importa, total yo tengo mérito propio!"

burtonbk