Desde hace ya unos días crea polémica la propuesta de Lavín respecto de recluir presos en una isla, sin embargo si bien la medida es extrema y algo acalorada por los tiempos de elección presidencial, hay que mirarla con un poco de mayor detención. Primero, porque no es una propuesta nueva y segundo, porque más ciudadanos comunes y corrientes de lo que se piensa la consideran razonable.
La idea de recluir los males de la sociedad en un lugar aislado, no resulta novedad, ya que Ibañez y Gonzáles Videla ya recurrieron a disposiciones de este tipo, al tratar de ocultar la homosexualidad y los adeptos al comunismo, citadas en aquella época -a juicio de estos gobiernos- como tendencias perjudiciales para la población. ¿Se logró algo más allá de la explícita violación a los derechos humanos con tales medidas? Nada, pues si así fuera, hoy no existirían movimientos gay, ni el PC hubiese incurrido con más fuerza que nunca en gobiernos posteriores.
A mi juicio construir una cárcel en una isla es una idea descabellada, pues es como querer tapar el sol con un dedo y olvidarse que existe mientras sus rayos no nos cieguen. Sin embargo, no todos opinan así, de hecho mis alumnos de la universidad ya me habían mencionado esta idea mucho antes de que Lavín apareciera públicamente vociferándola. Y es que muchos chilenos ya no se bancan la delincuencia como una invitada no deseada, que se inmiscuye en sus vidas día a día.
La mayoría de mis alumnos viven en comunas pobres donde la delincuencia es pan de cada día y ya están hastiados de la situación, de allí que comiencen a elucubrar cotidianamente pensamientos abyectos para eliminar este mal y no les parezca insensato, matar a un delincuente si irrumpe a su casas, la ley del Talión o construir un recinto carcelario en una isla.
Estos jóvenes consideran que estar preso es un lujo, una suerte de regalo no merecido, donde hay comida y cama gratis, sin trabajarle un día a nadie con los recursos de todos nosotros. La verdad es que la cárcel no es un paraíso, pero sí muchos reclusos no aprovechan precisamente esa instancia para reflexionar y cambiar sus vidas, sino por el contrario aprenden más mañas y se confabulan con otros para seguir delinquiendo. Esto ocurre porque el ocio es fatal y al encontrarse inactivos sus mentes comienzan a funcionar indebidamente; de allí que parece pausible que se les obligara a cumplir trabajos forzados o para ser políticamente correcta "voluntarios", que sí aportaran algo a la sociedad.
No obstante, más allá de esto, la idea de la isla también nos muestra como Lavín, pese a tener tan poco apoyo ciudadano sí ha sido hábil para detectar ciertos deseos de la población, que quizás los otros candidatos no han sabido escuchar. Lo lamentable es que el sujeto mecido en su fiebre electoral no filtre y lo lance con tal desparpajo haciendo eco de reflexiones desesperadas y por cierto erróneas.
¿Qué futuro se nos viene con este tipo de políticos? no cabe duda que uno no muy bueno, pues unos no oyen los clamores necesitados y furibundos de sus electores; y los otros, los escuchan pero sólo con fines populistas.
Quizás deberíamos enviarlos a ellos a una isla, a fin de que mediten cuál es el objetivo verdadero de su rol.
burtonbk
3 comentarios:
Un dia vi un reportaje en la tele de una carcel (creo que era en Colombia) gestionada por los propios presos.
En USA las cárceles se han privatizado, salen más a cuenta.
Lo de la isla no es muy original, para muestra Alcatraz.
Pero de lo verdaderamente impotante que es la educación y un trabajo para evitar la delincuencia se ocupan poco.
Me quedo con la idea que hay que mandar al menos un ratito a una isla a ciertos políticos para que piensen un ratito.
Considero que una medida real seria la que se utilizó en Singapur, que fue la del "si te pillo te mato". Violadores, asaltantes, traficantes, fueron exterminados con esta medida, hoy es uno de los paises más seguros del mundo.
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