jueves, noviembre 24, 2005

PEDAGÓGICOS

Hoy apareció una noticia impactante sobre una parvularia que lavó la boca con jabón a un niño de cinco años por "garabatero". El pequeño acusó a la profesora a sus padres, quienes realizaron una denuncia en el Juzgado de Policía Local, ya que su hijo habría quedado con traumas y actualmente se niega a ir al colegio.
Aquello me hizo rememorar un montón de experiencias propias y ajenas que vivenciaron relaciones con docentes "muy pedagógicos", de ésos que creen firmemente que "la letra entra con sangre".
Si bien para muchos niños el entrar al colegio, por primera vez, es un día de llanto y tristeza, para mí fue un día de felicidad total, pues por fin me aceptaban después de una serie de test que indicaban que pese a no alcanzar la edad establecida, era apta y madura, tras llorar agarrada de las rejas de la puerta del establecimiento y exigir mi entrada desde los tres años.
Mi experiencia en el kinder fue óptima, pero en primero básico las cosas cambiaron, mi profesor se llamaba Oscar Guerra, "el viejo Guerra" y si bien era joven acusaba en su carácter y canas cierta amargura que ciertamente destilaba hacia nosotros. El profe se hacía acompañar de un puntero de madera llamado "pepe" con el cual nos asustaba y fustigaba si no seguíamos sus estrictas reglas. Por ejemplo debíamos escribir con lápiz pasta sin tener ningún borrón en el cuaderno, pues si caías en ese error, la hoja era arrancada y "pepe" actuaba, por suerte siempre me salvaba porque mi papá me había traído de Estados Unidos un lápiz que tenía una tinta que se podía borrar; sin embargo mis compañeros no tenían la misma fortuna.
También teníamos prohibición de pedir permiso para ir al baño, pues el recreo era para eso, por tanto, se negaba insistentemente la autorización y los niños que cedían ante las exigencias de su vejiga, eran coronados con burlones cánticos inventados por nuestro profesor que todos estábamos penosamente obligados a seguir. Semanalmente, eramos formados -cual milicos- y era estrictamente revisada nuestra higiene, uñas, pelo, camisas y hasta la ropa interior, lo cual no sólo era vergonzoso sino humillante.
El profe Guerra no era un mal profesor, de hecho, cuando me cambié de colegio en cuarto básico, ya conocía toda la materia del año, pues ésta había sido pasada en tercero y probablemente, varias de mis cualidades intelectuales se las debo. No obstante pedagógicamente, el viejo Guerra era un mostruo temido por todo mi curso y estoy segura que su peculiar forma de enseñar engendró muchos traumas en mis compañeros. Siempre tuve muy buenas notas y eso junto a las influencias que mi papá tenía en el pueblo, me convertía en una de sus favoritas, lo cual me salvó de sus feroces castigos. Sin embargo, una vez me zamarreó por abrocharme mal el delantal luego de la clase de educación física, por lo cual lo acusé y casi lo despiden. Mas mis compañeros no gozaban de las mismas garantías y fueron sistemáticamente violentados. De hecho, hace unos años atrás me junté con mi mejor amiga de esos tiempos, quien extrañamente estudió pedagogía y me relataba como aún es perseguida por los traumas derivados de la pedagogía de Guerra, como probablemente muchos de mis ex compañeros.
Lamentablemente, el profesor Guerra no es el único ejemplo que tengo para contar, mis propios padres fueron inscritos en un colegio particular de "excelencia académica" en Antofagasta, en el cual una educadora los hacía arrodillarse sobre piedrecillas, los golpeaba con varillas y los obligaba a escribir con pluma y tinta. Asimismo, mi hermano fue sistemáticamente perseguido por un profesor, lo cual lo traumó a tal nivel, que inventaba enfermedades para no asistir al colegio.
Muchos de mis alumnos universitarios también me han relatado, los malos tratos que recibieron de sus profesores. Me acuerdo, por ejemplo, de como un estudiante de ingeniería me contaba que en un colegio alemán del sur tenía a un cura que cuando se portaban mal, les hacía elegir entre una cachetada o el llamado a los padres, pero luego de propinarles una fuerte bofetada rompía el trato e igual citaba a sus apoderados, siempre con una sonrisa burlona; o la experiencia de una de mis alumnas con una profesora que les lanzaba una goma en la cara desde su escritorio, cuando respondían mal las tablas.
Ejemplos sobran, y no quiero que se malentienda que con esto estoy denostando la labor de los profesores, pues sería una mal agradecida, ya que actualmente me desempeño como docente en la educación superior en varios lugares. Muy por el contrario, creo que la labor de un pedagogo es fundamental, con lo que no transo es que hasta el día de hoy, aún existan hombres y mujeres que vuelquen sus frustraciones en niños y no entiendan que la labor de educadores es precisamente formar y no deformar con traumas las mentes y personalidades de sus educandos.
Pero tampoco debemos subestimar la responsabilidad que les cabe a las universidades en el filtro psicológico de sus postulantes, al ingresar a una carrera tan vital como la pedagogía.
burtonbk

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también tuve una profesora que nos tiraba las patillas cada vez que errábamos en pronunciar una palabra

Nano dijo...

uyy... me acordé de mi época de cauro chico.. te explico:

había una profe rucia q se llamaba rudy fresia (o le decían así), y siempre usaba una especie de palo (onda como los tacos del pool) y nos pegaba en la cabeza... dolor...

y hubo una profe reemplazante en 2º básico que se llamaba amalia (lindo tu nombre) que nos castigaba con lavarnos la boca con agua y jabón. Y yo caí en eso: kcha q una vez dije la palabra "chucha" y la vieja me escuchó y me lavó la boca delante de todo el curso.... me puse a llorar y le dijeron a mis papás... ahora lo recuerdo como una humorada.

Y eso de que no te dejan salir al baño es ya todo un clásico: casi todos los profes hacían eso porque el baño era pal recreo....

Me gustó tu post, me identifiqué con muchas de esas cosas... chauuuUuUuUuUuUu.....

burtonbk dijo...

Gracias chicos por sus comentarios y aportes

Jaime Ceresa® dijo...

Eso en antaño se daba tanto..los varillazos, los jabones...
Creo que esa epoca de que la disciplina era relacionada con a barbarie ya paso...estoy de acuerdo con tu post.

Oye, gracias por tu comentario en mi sitio..nos leemos.

Alvaro Horta Calzada dijo...

Lamentablemente es una realidad de la que no podemos escaparnos. A mí una profesora me pegó en 1º básico por sacar el corchete que unía las hojas de una libreta de comunicaciones de un compañero "muy llorón". En todo caso fue la primera y la última.
Y lo de las filas "a lo milico" lo viví hasta 4º medio. Muy fastidioso todo aquello. Creo en la disciplina firme, pero con tino e inteligencia. No con fuerza bruta!

Lula Towanda dijo...

Los malos tratos en mi época eran frecuentes y nos los proporcionaban las monjas, las hermanitas de San Vicente de Paul. Me ha recordado tu descripción las revisiones tan meticulosas del orden y el aseo. Eran humillantes. A pesar de eso no tengo trauma, pero me forjaron un carácter resistente a la adversidad. Mis hijos fueron a la escuela Pública y se ahorraron estas humillaciones gratuitas. Prefiero que aprendan a sobrevivir en la vida de forma menos dolorosa.

shtepenwolf....! dijo...

nunca tuve un profesor(a) que se haya atrevido a tocarme, pero por lo que he oído de gerneraciones anteriores a la mía, los docentes por lo general parecen haber sido fascistas psicóticos. tu blog es interesante. salud!

fredheidrick dijo...

hi your picture

like the movie[the wall]tear down the wall, tear down the wall.

not shure what the post was a bout

peace and light

om mother life force
om goddess of avalon

only one life force

om fred heidrick

Anónimo dijo...

Where did you find it? Interesting read Holmes space heater