A propósito de mi comentario respecto al hundimiento me acordé de la figura de Eva de Hitler y no pude evitar acordarme de Lucía Hiriart de Pinochet, más conocida como la vieja.
¡Qué duro debe ser estar en su arrugado pellejo! Lucía era una niña bien que tenía todo para triunfar, hija de un ministro del interior (Oscaldo Hiriart), bonita de joven y conocedora de tooodo lo que una mujer decente tiene que hacer para convertirse en la dueña de casa ideal... pero se le cruzó en el camino Augusto y pasó a ser la vieja.
La arpía por excelencia que habría obligado a su cobarde esposo a involucrase en el golpe, que lo manduquearía a más no poder, que se vestiría siempre tan kitsch y que actualmente posee la misma chapa de ladrona que el fatal marido.
¡Pobre Lucía! desde la cuna su destino se vio ligado a asesinos y ladrones, la bautizaron así en honor a su madre y su tío Luciano, el intendente asesino de la época involucrado en la matanza de mineros en San Gregorio. Luego se unió al dictador y tuvo una descendencia que sólo le ha traído dolores de cabeza, mientras ella sólo pensaba en darle el mejor futuro que podía a la mujer chilena: tejer y hacer macramés junto a un grupo de gallinas cluecas que no piensan más que juntarse a tomar tecito y pelar a las comunistas y liberadas en el CEMA.
Lucía quizás no es tan responsable de todos las cagadas de su familia, pero sí lo es de haber generado en la mente de miles de mujeres no muy pensantes, el prototipo de la mujer dependiente, que sólo habla por y del marido, que no tiene vida propia, que ataca a la "suelta y liberada", pero sólo desea ser como ella.
Me crié en un pueblo perdido donde la batalla entre la derecha y la izquierda era prácticamente nula, pues todos vivían bien en una burbuja de cristal y recuerdo que cuando pequeña la mayoría de las mamás de mis amigas querían ser como Lucía y alababan la "elegancia y el empuje de la señora Lucía". Mi mamá era distinta y gracias a Dios la influencia de la totalitaria Lucía nunca me tocó, me acuerdo de como mis compañeritas eran unas perfectas amas de casa en miniatura que soñaban con casarse bien y sacaban puros sietes en artes manuales, haciendo bordaditos, tejiditos y queques, mientras yo no era buena para nada de eso y mis padres me ayudaban a ocultar mi ineptitud doméstica mandándome a hacer todas aquellas tonterías. Mis profesores nunca captaron nada y al final al igual que mis aptas y domésticas compañeras me sacaba un 7 y exponía en la sede del colegio del pueblo donde un jurado de perversas señoras del Cema Chile hacían de jurado.
En ocasiones he preguntado por aquellas niñitas y la mayoría es una ama de casa, llena de hijos, sin más porvenir y vida que la casa y el marido. Ése sí es un pecado de Lucía, ya que con su modelo de política social femenina sólo contribuyó a sostener el machismo y la invalidez femenina. Lucía seguramente aún cree que el género es una tela para bordar y hacer horrendos adminículos inútiles para decorar la casa y a veces, sólo a veces, me da pena.
La tipa pudo ser otra cosa, ejemplos no le faltaron, su padre siempre se opuso a que los militares se involucraran en temas de Estado, pero Lucía fue terca y sí llego al poder, pero bajo la sombra de un miserable dictador que se encargaba de vociferar a todo su círculo más cercano que Lucía era insoportable.
Estoy segura que la estrecha y apolillada mente de la vieja, aún no se dá cuenta de aquello y sigue pensando que su mayor orgullo fue fomentar el espíritu de una mujer que sólo vela por ser la reina de su hogar, no sabiendo que es la responsable directa de la lobotomía mental de toda una generación.
burtonbk
3 comentarios:
Te encuentro toda la razón en cuanto a la nefasta influencia de la doña en una gran cantidad de mujeres. Ni que decir de todas las que estaban más cerca de la influencia en colegios de monjas y otros por el estilo. De todas formas uno de los comentarios de pasillo más interesantes sobre la doña tiene relación con su forma de ayudar las amantes o supuestas amantes del dictador. Dicen que era implacable y que a Pinochet le costaba bastante arrancarse.
Desde el hemisferio norte de te doy toda la razón. La influencia de las “Primeras Damas” tiene sus secuelas, en este caso lamentables. Por aquí en España hemos tenido a la Sra. Botella (esposa de Aznar) que va de moderna pero atufa a burguesiíta con la vida resuelta y pegadita a su marido. Es del tipo mujer-mujer, es decir, va a la peluquería, lleva medias y tacones, sus perlas, ha estudiado la carrera de derecho y ganado una oposición de funcionaria para disfrutar de una jornada de 35 horas semanales, todo sin riesgos. Ahora es concejala del Ayuntamiento de Madrid para asuntos sociales, donde la dejó colocada su maridito para que no se aburriera al dejar de ser Primera Dama.
¡Y pretende ser el modelo de la nueva mujer! Pero las españolas somos muy listas y no nos dejamos engañar.
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